martes, 13 de marzo de 2012

Una gran noticia... ¡Me han contratado!

Hay muchas señales que nos indican que estamos en crisis. Hay más gente en la calle necesitada y perdida, familias que pierden su hogar y que encima se quedan pagando el resto de su vida por lo que parece que tuvieron, las empresas aprietan las tuercas a sus empleados para subsistir y resulta realmente complicado vender a quien no tiene con qué pagar.

No es nuevo y nos hemos acostumbrado a que sea así lo que es lamentable. Cuando echamos una moneda a alguien que pide no lo hacemos por ayudar… lo hacemos porque nos vemos reflejados en él y porque no nos gusta sentirnos culpables.

Puedo entender que nos digan, que sepamos y reconozcamos, que vivíamos por encima de nuestras posibilidades. Hasta he llegado a decir que la crisis sólo está poniendo a cada uno en su lugar… pero ver sufrir a un padre porque no sabe como pagará su hipoteca y el supermercado la semana que viene simplemente porque vivió de un crédito que ahora se le extingue y que en realidad nunca debió tener, es tremendo. Si de entrada no le hubieran concedido tal cantidad de dinero viviría ahora en el piso que realmente si puede pagar… Es más, posiblemente siempre debió vivir con un alquiler modesto, en un barrio modesto, con un coche le pasara la ITV y del que sólo recordaras que tenía cuatro ruedas. Y ahora, ese padre con su trabajo sencillo y recortado a medida de la empresa, seguiría pagando su pisito.

Y nos comunican que se aplicarán unas medidas correctoras que permitan que eso no suceda, pero cuando rascas un poquito  (o ni siquiera) te das cuenta de que se trata del mismo perro con distinto collar. De que las medidas no van a ser efectivas porque todo el que viva en una ciudad tendrá una hipoteca superior a los 200K que no entra en el plan de medidas, que para que se apliquen y puedas volver a empezar de cero (no de menos lo que sea) hace tiempo que tienes que estar pasando hambre…

Pero al mismo tiempo que nos enteramos de que han encontrado la forma de alargar la agonía, también nos llegan buenas noticias.

Un amigo, ¡ha tenido otro hijo! Y pienso… pobre, confiemos en que el trabajo le dure mucho y que cobre lo suficiente (ya ni siquiera me planteo que cobre lo que se merece) para mantener una nueva boquita.

Pero no. Es aún mejor. Es una buenísima noticia… ¡el hijo viene con un pan debajo del brazo! ¡Y nunca mejor dicho! Nuestro amigo me ha llamado emocionado (casi más de lo que me llamó para decirme que tenía un nuevo bebito por el que tiene auténtica locura) para decirme: ¡Alicia, lo he conseguido y empiezo esta semana! ¡Tras 18 meses de búsqueda intensa, entrevistas, psicotécnicos y formación ¡Tengo un empleo que me gusta, en una empresa que me gusta y con un sueldo razonable!

Y me emociono, y se lo cuento a todos aquellos que me conocen…  ¡Hay esperanza! ¡Habrá vida después de la crisis! Ahora sólo tenemos que conseguir sobrevivir hasta que acabe… Y mientras tanto a seguir llorando, protestando y manifestándonos para intentar que las penas no las paguen sólo algunos sino todos los causantes: los que vivieron por encima de sus posibilidades y los que no les importó ni les importa aprovecharse de eso…

@aly_vdl