lunes, 7 de octubre de 2013

...Por circunstancias independientes de su voluntad?

Art. 25.1 - Toda persona tiene derecho...





Y el texto dice: "...por circunstancias independientes de su voluntad." 

Desafortunadamente, parece que tenemos difícil el reclamar a pesar de que el Gobierno nos haya defraudado (e incluso aunque nos haya estafado) y demuestre no ser capaz, dado que el pueblo le ha votado. Y ejercer el derecho al voto expresa una voluntad. Entiendo que nuestra voluntad era que todas esas promesas incumplidas prosperaran. Que el cambio aportara una recuperación, que el Gobierno fuera resolutivo o cuando menos consecuente. Pero no ha sido así.

Del mismo modo, vivir por encima de nuestras posibilidades parece que también es algo que hemos escogido. Nos hemos cegado. Nos hemos embarcado en una deuda que no podemos pagar y que nos lastra a nosotros y lastrará a nuestros hijos.

En el colegio resolvíamos problemas de matemáticas simples en los que Perico tenía 10 monedas para canicas y solo podía comprarse 5 porque el tendero le cobraba 2 monedas por canica. El algún momento hemos perdido la pista y hemos aceptado comprar toda la bolsa, con una pala y un cubo de regalo a precio de ganga (100 o 1000 o 2000 que al final todo vale) y a pagar en cómodos plazos durante muchos años. Y nos ha resultado muy cómodo olvidarnos de que a Perico no se le ocurriría nunca gastarse más de lo que tenía en la hucha. Así que, en cierto modo, ha sido voluntario.

Y ahora toca apechugar!

Pero lo que me parece más cruel es que, siendo conscientes ahora de la situación: Deseando cambiarla y estando dispuestos a luchar para que se cumplan los derechos humanos que todos (empezando por nuestro Gobierno) hemos firmado; nos encontremos carentes de mecanismos legales que nos permitan restaurar el estado de bienestar: conseguir un trabajo digno, educar correctamente a nuestros hijos, mantener nuestro sistema sanitario. Y cada vez que intentamos levantar la cabeza para aportar ideas, o para protestar (que aún nos quedan ganas y motivos) e incluso para señalar con el dedo a quien creemos que lo merece; nos llevemos un tortazo y encima nos hagan ver que nuestra voluntad era recibirlo.

Me desanima leer noticias de políticos que nos toman por tontos y encima se nos ríen en la cara: Que suben la aportación a los partidos un 28% (la verdad es más barata y fácil de manejar y no requiere de maquillaje ni artificios para llegar al rebaño) mientras las pensiones están prácticamente estancadas (han subido un 0.25%). O escuchar que nuestro Presidente del Gobierno es un mal educado (o un despistado, que no sé yo si es peor) y no sabe cómo se debe saludar al emperador de Japón. Igual alguno de sus 267 asesores le mandó un mail con el protocolo pero fue a parar a la bandeja de spam. 

Pero seguro que volviendo en el avión se tomó una “relaxing cup of café con leche” y pudo “voluntariamente” evadirse para soñar que gobierna un país en el que los sueldos que quedan no están congelados, las familias no viven en la calle, no hay desnutrición infantil y la educación y la sanidad no han empeorado…


Y dije “voluntariamente” lo que no debería eximir al Gobierno de responsabilidad, no?


Mas blogs: http://excellentbi.blogspot.ca/2012/06/proposito-de-bankia.html





jueves, 12 de abril de 2012

¿Donde acaba nuestra vida privada? No confío en ti... ¿Y si no te contesto?

Con motivo de este blog que a continuación os recomiendo que leáis desearía continuar con mi reflexión y explicaros una historia real familiar.

Hace algún tiempo, y para no faltar a nuestra costumbre nómada, nos cambiamos de piso. El anterior lo tenía todo: estaba al lado del cole, en una finca nueva, pocos vecinos y gente estupenda, parking... etc. pero le faltaba espacio y nos salía caro. No era grave porque hace mucho tiempo que descubrimos las literas, pero sí incómodo. Uno de los principales handicaps era que no podíamos tener intimidad. El salón-comedor estaba muy concurrido y las peques veían la televisión mientras las mayores estudiaban y yo intentaba trabajar. ¡Una locura! ¡Vivíamos apilados!

Finalmente, y aún a sabiendas de lo que una mudanza de siete personas (cinco de ellas pequeñas y que sólo entorpecen) suponía, decidimos hacerlo. Obviamente el motivo no fue exclusivamente el espacio vital sino que también nos permitía pagar un alquiler más bajo (fundamental para nosotros dada la situación económica) y disponiendo del doble del espacio.

Volviendo a lo que importa en este escrito, os diré que contactamos con muchas agencias y vimos muchos pisos hasta que finalmente dimos con el que realmente se adaptaba a nosotros como la horma de un zapato. Era grande, luminoso, céntrico (lejos del cole pero con buena comunicación), unos vecinos estupendos, nos permitía tener el espacio que ansiábamos y podíamos pagarlo.

Pero, como sabéis, para firmar un contrato se necesitan dos partes... o tres... Y además no sólo nos tenía que gustar a nosotros. También le teníamos que interesar a la propiedad y a la agencia. ¡Pues a vestirse de gala y enseñar las alhajas! Aquí, como es de esperar, hay que acreditar que eres una persona decente y de fiar. Que no andas comiéndote a todo el que se pone por delante ni eres un delincuente. Que no vas a instalar "una máquina de triturar vecinos" (por lo del ruido... es una broma familiar que os cuento en otra ocasión) o un negocio que moleste a los vecinos o que sea peligroso (el narcotráfico y la prostitución estarían en este grupo, pero también cualquier empresita que intenta asomar la cabeza y tiene empleados "indeseables" -que parece que ahora todos lo son- aunque sean de lo más profesionales). Hasta aquí todos estamos acostumbrados y es razonable. Tienen que asegurarse de que les vas a pagar y no vas a plantear problemas...

¡Pero mejora! Estamos en España: ¡Un país libre! Un país maravilloso aunque ahora esté algo despeluchado por la dichosa crisis y la falta de recursos para salir de ella. Un país con gente fantástica...

En un momento dado de los trámites se me pide que presente a mi familia. -Pues somos siete... nos queremos... creemos en la familia... etc. Y me preguntan: -¿Cómo les va en el cole a tus hijas? ¿A qué cole van? ¿Tenéis mutua? ¿Estáis los siete sanos? ¿Tus hijas tienen muchos amiguitos? ¿Hacen actividades extra-escolares? ¿Qué quieren ser de mayores? (no importa lo que conteste. Mañana cambiarán de idea y se meterán en un circo como domadoras de leones o se harán "boinas verdes") ¿Y vuestros padres? (estos no viven con nosotros... ¿importan?) ¿Sois creyentes? (tranquila no rezo el rosario a gritos a las 3h.am ni haré procesiones por el rellano... pero, sí, lo soy).

Llegados a este punto me subo por las paredes. Entiendo que necesitan confirmar que somos buena gente y capaz pero veo que en una de estas me preguntará el número de relaciones que mantengo con mi marido y si apago o no la luz.

Pero resulta que el piso es exactamente lo que necesitamos y creemos que es muy bueno para la familia. ¡No me queda otra! Así que respondo a las preguntas, algunas con más detalle que otras y pienso que en cualquier caso el precio que pago es mínimo por el bienestar de mi familia. ¿Seguro? ¡Pero si me siento desnuda! ¡Vulnerada! Y he compartido datos sensibles de mis hijas menores. ¡Es mi vida privada! ¿Y me dicen que lo mande por escrito para mostrarlo a la propiedad? ¿Qué harán con esa documentación?

Hice un resumen de los datos económicos y les dije que transcribieran ellos la conversación que habíamos mantenido por teléfono. En la entrevista personal (que también la hubo) confirmé algunas de las preguntas que me reformularon.

¡La sociedad ha cambiado! La privacidad es un concepto ambiguo y anticuado. Con los localizadores pueden saber dónde estamos y cuándo. No parece aceptable que no estés localizable por móvil ni tan siquiera durante media hora. Por otra parte, compartimos en las redes sociales información sensible y muy personal.... ¡¡¡pero lo hacemos nosotros!!! Yo decido a quién le cuento qué, cuándo y dónde me da la gana. Pero no me preguntes ni me obligues a cambio de algo que también te beneficia a ti (el alquiler, un trabajo... etc.) a que te conteste a cosas que no deseo compartir contigo porque aún no te has ganado mi confianza.

Blog de Sebastian Morelli - Dime tu clave de Facebook y te daré un puesto de trabajo. - http://sebasmorellijaimez.blogspot.com.es/

miércoles, 4 de abril de 2012

¿Podemos ser super-héroes? ¿Vale la pena intentarlo?

Tengo la sana costumbre de dedicar unos momentos al día a leer artículos que me parecen interesantes y que me aportan conocimiento. El blog del Prof. Argandoña es uno de ellos. En este caso, si bien todo lo que nos traslada puede no sonar a nuevo, me parece muy interesante el resumen que hace y quisiera centrarme en concreto en dos de los puntos que menciona.


  • Acrecentar las virtudes en sí y en los demás: responsabilidad, prudencia, justicia, fortaleza, templanza, veracidad,…
  • Ser consciente que manda a personas. Y saca una conclusión: conocer lo que es común a todas las personas, y lo que es personal de cada una.


Le voy a dar una vuelta de tuerca…

Es habitual que escuchemos que todos deberíamos corregir nuestros defectos pero no especialmente fortalecer nuestras virtudes. Parece que para ser personas completas, buenos profesionales, debemos dominar todos los ámbitos de actividad que conforman a la persona ideal pero pienso que olvidamos que cada uno de nosotros es único, especial y por tanto tendrá la virtud de aportar su propia experiencia y visión. Cada uno de nosotros enriquecerá a su modo a la empresa.

El objetivo estará en conseguir ser una persona íntegra, tomando la integridad como cualidad personal, es decir: refiriéndonos a la total o amplia gama de aptitudes poseídas y manteniendo siempre un mismo humor, actitud. De este modo una persona íntegra es aquella que no se queda en una sola actividad, sino que se mueve por las distintas áreas del conocimiento como lo fuera Leonardo Da Vinci: pintor artístico, escultor, arquitecto, ingeniero, filósofo, escritor, músico y anatomista.

Si vemos la integridad como una característica, resulta que si somos una persona íntegra siempre haremos lo correcto, siempre haremos todo aquello que consideramos bueno para nosotros y que no afecte los intereses de las demás personas.

Y si nos centramos en la integridad desde su enfoque ético: la persona íntegra será aquella que aporta valor. Que se caracteriza por tener capacidad para hacer y cumplir compromisos consigo misma, para cumplir lo que dice... Su disciplina proviene de su interior; es una función de su voluntad independiente. Es consecuente.

Continuando con mi reflexión, estamos acostumbrados a oír que deberíamos todos ser como Leonardo Da Vinci, íntegros, y ser “multicapaces”, consecuentes con nosotros mismos y con el entorno social y profesional en el que vivimos. Por lo que nos vemos abocados de modo frustrante a desperdiciar una energía imprescindible en corregir aquellos puntos débiles que tenemos. Es habitual leer que debemos analizarnos y corregir nuestras debilidades para ser buenos en todo.

Pero éste esfuerzo puede llegar a hacer que no dispongamos de tiempo y energía para ser consecuentes con nosotros mismos: haciendo aquello que nos gusta y en lo que realmente podemos aportar valor. Puede hacer que nos convirtamos todos en personas que, por falta de recursos, seamos uniformemente mediocres. Todos del montón. Dejando de ser nosotros mismos y convirtiéndonos en personajes grises y parejos. Difícilmente seremos super-héroes.

Yo soy de la opinión de que cada uno debe acrecentar sus virtudes, reconocer los parecidos y excepcionalidades complementando a los que nos rodean. Aportando valor al entorno. Y que únicamente debemos “invertir” (que ya no sería perder) el tiempo en solventar aquellos puntos débiles que realmente nos incapacitan y que seguro que serán una excepción de nuestra persona.

Los que nos rodean nos aceptarán como somos y valorarán aquello en lo que destacamos. No todos podemos ganar una medalla de oro en natación (y no tiene sentido que perdamos tiempo intentándolo si no es lo nuestro o no nos satisface el simple hecho de nadar) aunque seguro que encontramos algo en lo que posiblemente sí la ganaremos… sea lo que sea.

Así os animo a todos a analizaros, potenciar vuestros puntos fuertes y virtudes, mejorar sólo aquellos puntos débiles que os dificulten seriamente y a ser felices… porque siempre hay alguien que nos valora como somos. Y nuestra forma de hacer y sentir enriquece a todo el que esté al lado.

Invito a empresas y directivos a reconocer a sus empleados por todo lo que valen y a no menospreciar a aquellos que, de entrada, no nos hemos tomado la molestia de saber en qué son excepcionales.

martes, 13 de marzo de 2012

Una gran noticia... ¡Me han contratado!

Hay muchas señales que nos indican que estamos en crisis. Hay más gente en la calle necesitada y perdida, familias que pierden su hogar y que encima se quedan pagando el resto de su vida por lo que parece que tuvieron, las empresas aprietan las tuercas a sus empleados para subsistir y resulta realmente complicado vender a quien no tiene con qué pagar.

No es nuevo y nos hemos acostumbrado a que sea así lo que es lamentable. Cuando echamos una moneda a alguien que pide no lo hacemos por ayudar… lo hacemos porque nos vemos reflejados en él y porque no nos gusta sentirnos culpables.

Puedo entender que nos digan, que sepamos y reconozcamos, que vivíamos por encima de nuestras posibilidades. Hasta he llegado a decir que la crisis sólo está poniendo a cada uno en su lugar… pero ver sufrir a un padre porque no sabe como pagará su hipoteca y el supermercado la semana que viene simplemente porque vivió de un crédito que ahora se le extingue y que en realidad nunca debió tener, es tremendo. Si de entrada no le hubieran concedido tal cantidad de dinero viviría ahora en el piso que realmente si puede pagar… Es más, posiblemente siempre debió vivir con un alquiler modesto, en un barrio modesto, con un coche le pasara la ITV y del que sólo recordaras que tenía cuatro ruedas. Y ahora, ese padre con su trabajo sencillo y recortado a medida de la empresa, seguiría pagando su pisito.

Y nos comunican que se aplicarán unas medidas correctoras que permitan que eso no suceda, pero cuando rascas un poquito  (o ni siquiera) te das cuenta de que se trata del mismo perro con distinto collar. De que las medidas no van a ser efectivas porque todo el que viva en una ciudad tendrá una hipoteca superior a los 200K que no entra en el plan de medidas, que para que se apliquen y puedas volver a empezar de cero (no de menos lo que sea) hace tiempo que tienes que estar pasando hambre…

Pero al mismo tiempo que nos enteramos de que han encontrado la forma de alargar la agonía, también nos llegan buenas noticias.

Un amigo, ¡ha tenido otro hijo! Y pienso… pobre, confiemos en que el trabajo le dure mucho y que cobre lo suficiente (ya ni siquiera me planteo que cobre lo que se merece) para mantener una nueva boquita.

Pero no. Es aún mejor. Es una buenísima noticia… ¡el hijo viene con un pan debajo del brazo! ¡Y nunca mejor dicho! Nuestro amigo me ha llamado emocionado (casi más de lo que me llamó para decirme que tenía un nuevo bebito por el que tiene auténtica locura) para decirme: ¡Alicia, lo he conseguido y empiezo esta semana! ¡Tras 18 meses de búsqueda intensa, entrevistas, psicotécnicos y formación ¡Tengo un empleo que me gusta, en una empresa que me gusta y con un sueldo razonable!

Y me emociono, y se lo cuento a todos aquellos que me conocen…  ¡Hay esperanza! ¡Habrá vida después de la crisis! Ahora sólo tenemos que conseguir sobrevivir hasta que acabe… Y mientras tanto a seguir llorando, protestando y manifestándonos para intentar que las penas no las paguen sólo algunos sino todos los causantes: los que vivieron por encima de sus posibilidades y los que no les importó ni les importa aprovecharse de eso…

@aly_vdl

viernes, 16 de diciembre de 2011

Somos lo que buscamos... pero... ¡es Navidad!

No debería sorprendernos, a día de hoy (dado que parece que una gran parte de la información que recibimos de los medios de comunicación resulta sensacionalista y caótica) que las búsquedas reflejen la ansiedad de la sociedad. En el fondo… aunque protestemos, nos dan lo que les pedimos.

Intentando hacer un análisis básico del ranking Zeitgeist, y aplicando muy a la ligera la Neurociencia (disculpadme los expertos pero realmente soy una principiante fascinada) da la sensación de que estamos aterrorizados y paralizados.

Diría que el hecho de que nos centremos en las búsquedas de redes sociales es únicamente una forma de sentirnos acompañados, en primera instancia. De no sabernos solos… Así además, hemos encontrado la forma de poder satisfacer nuestro enorme ego al lucir los más de 300 amigos/contactos (aunque con el 80% de ellos ni nos vemos ni encontraremos la oportunidad de hacerlo) y de que me vean como yo quiero (feliz… con una vida estupenda y “divina de la muerte”).

En una sociedad que valora realmente el contacto con los demás deberíamos haber buscado cafeterías y puntos de encuentro para vernos, abrazarnos y compartir nuestro tiempo. Sólo tomaríamos un café (que para el donut ya no da) pero estaríamos disfrutando de aquellos que nos acompañan en la vida.
Por otra parte, buscar guerras y desgracias naturales, empresariales o personales parece un burdo modo de poderse comparar con gente que esté aún más desesperada. Como si el “mal de muchos” realmente fuera un consuelo… “de tontos” sin duda.

En una sociedad generosa, solidaria y consciente deberíamos haber buscado webs que nos permitieran ayudar a los demás UNICEF, Caritas, Intervida… fundaciones e instituciones sin ánimo de lucro que nos proporcionan plataformas de apoyo a los necesitados. En bastantes organizaciones se fomentan aportaciones que no son estrictamente económicas (¡por Dios! Estamos en crisis). Se piden juguetes, ropa, dedicación personal… pero eso no sale en las búsquedas porque únicamente importa nuestra supervivencia.

La culminación del “yo soy yo y sólo yo” y además estoy “pelao” es que busquemos dietas. Pero dietas baratas, valen incluso las insanas. Dicen que, cuando hay crisis, las ventas de carmín de labios (y además de color rojo intenso) se incrementan. No deja de ser una forma “económica” de cambiarse a una misma. Esta etapa ya la hemos superado hace un par de años… ahora hay que pasarse a “las drogas duras”. No sólo nos maquillamos sino que tenemos que adelgazarnos como sea – y digo como sea aún a riesgo de nuestra salud. La dieta Dunkan sin prescripción y control médico es peligrosa… como otras muchas que corren por ahí. Debemos proyectar esa imagen de éxito que supla lo que hace aguas por otras partes.

Una sociedad madura buscaría con mayor interés información que permitiera “adelgazar” el analfabetismo, la incultura. Buscaría foros y entornos que facilitaran el crecimiento intelectual tanto propio como de aquellos que dependen de nosotros. Entraría en portales de acciones sociales educativas, museos, exposiciones…

Volviendo a la Neurociencia, sólo importamos nosotros mismos. De hecho nuestro comportamiento socialmente maduro y responsable es una consecuencia de “experimentar” que pertenecer a una sociedad nos facilita nuestra propia vida. La crisis, el miedo, nos bloquea. Me asusta ver que condicionamos nuestra supervivencia al buscar información banal que nos lleva a tomar decisiones “no inteligentes”.
Es Navidad…

“¿Y SI TU TUVIERAS HAMBRE?” ¿Que información buscarías? Sé responsable contigo mismo. Ayuda a los demás. El bien común es también tuyo.

sábado, 8 de octubre de 2011

¿Podría decirme qué camino tomar?

"-¿Podría decirme qué camino tomar? - Eso depende en gran medida de adónde quieras ir- dijo el gato. -No me importa mucho...-respondió Alicia. -Entonces no importa hacia dónde vayas." (LEWIS Carroll, Alicia en el país de las maravillas).


La dificultad de superar cualquier crisis... ¿Tenemos claro qué buscamos? ¿Y aquellos que toman las decisiones?

En muchas ocasiones, cuando hablo con la gente y les pregunto: ¿Qué quieres hacer? ¿Cuál es tu sueño? Su respuesta se llena de “peros” y reparos, condiciones y excusas y creencias que limitan desde un principio el “luchar” por conseguir lo que se desea.

Es habitual que la gente no tenga claro, ni remotamente, lo que le haría realmente feliz.

Normalmente nos llenamos la boca de expresiones como “ser feliz”, “la paz en el mundo”… “que se acabe la crisis”. Pero cuando ahondamos en los puntos que se consideran necesarios para conseguir cualquiera de estos deseos se manifiestan peticiones como: tener dinero suficiente (¿suficiente para qué?), un coche nuevo, una casa grande o; de una índole menos materialista: estar sano, que me quieran (mejor aún: que me corresponda quien yo quiero), tener un buen trabajo (define buen trabajo… ¿El que da mucho dinero y requiere poco esfuerzo? ¿El que está relacionado con aquello que siempre te ha gustado hacer? ¿El que tiene reconocimiento? ¿El que te vincula con una organización sana?... ¡Todo eso, todo eso junto!).

El siguiente paso razonable es el solicitar a nuestro interlocutor que, sin excusas y prejuicios, establezca las acciones y las condiciones necesarias para alcanzarlo. En bastantes ocasiones  –y tras meditarlo– mi interlocutor sabe lo que tiene que hacer, o cuando menos, lo que debe dejar de hacer o tiene que cambiar. Aquí hay un gran ejercicio de abstracción en el que tenemos que cuestionarnos procesos y hábitos adquiridos de modo práctico y objetivo e incluso replantear nuestra relación con el entorno. Llegados a este punto, ya "solo" queda establecer un plan de acción con sus pasos concretos para poder superar las etapas necesarias y alcanzar la meta.

Así las cosas... la crisis no puede acabar sin tener las ideas claras. Definir crisis (parece que ya lo tenemos), Puntos clave de la crisis (causas, indicadores a medir y corregir - nos acercamos), acciones que permitan superarlos… pasos concretos (esto parece que aún está en pañales). ¿Qué te parece? ¿Quién/es y qué se debe/n hacer?¿Qué papel juegas tu? ...¿Qué camino debemos tomar gato?...