jueves, 12 de abril de 2012

¿Donde acaba nuestra vida privada? No confío en ti... ¿Y si no te contesto?

Con motivo de este blog que a continuación os recomiendo que leáis desearía continuar con mi reflexión y explicaros una historia real familiar.

Hace algún tiempo, y para no faltar a nuestra costumbre nómada, nos cambiamos de piso. El anterior lo tenía todo: estaba al lado del cole, en una finca nueva, pocos vecinos y gente estupenda, parking... etc. pero le faltaba espacio y nos salía caro. No era grave porque hace mucho tiempo que descubrimos las literas, pero sí incómodo. Uno de los principales handicaps era que no podíamos tener intimidad. El salón-comedor estaba muy concurrido y las peques veían la televisión mientras las mayores estudiaban y yo intentaba trabajar. ¡Una locura! ¡Vivíamos apilados!

Finalmente, y aún a sabiendas de lo que una mudanza de siete personas (cinco de ellas pequeñas y que sólo entorpecen) suponía, decidimos hacerlo. Obviamente el motivo no fue exclusivamente el espacio vital sino que también nos permitía pagar un alquiler más bajo (fundamental para nosotros dada la situación económica) y disponiendo del doble del espacio.

Volviendo a lo que importa en este escrito, os diré que contactamos con muchas agencias y vimos muchos pisos hasta que finalmente dimos con el que realmente se adaptaba a nosotros como la horma de un zapato. Era grande, luminoso, céntrico (lejos del cole pero con buena comunicación), unos vecinos estupendos, nos permitía tener el espacio que ansiábamos y podíamos pagarlo.

Pero, como sabéis, para firmar un contrato se necesitan dos partes... o tres... Y además no sólo nos tenía que gustar a nosotros. También le teníamos que interesar a la propiedad y a la agencia. ¡Pues a vestirse de gala y enseñar las alhajas! Aquí, como es de esperar, hay que acreditar que eres una persona decente y de fiar. Que no andas comiéndote a todo el que se pone por delante ni eres un delincuente. Que no vas a instalar "una máquina de triturar vecinos" (por lo del ruido... es una broma familiar que os cuento en otra ocasión) o un negocio que moleste a los vecinos o que sea peligroso (el narcotráfico y la prostitución estarían en este grupo, pero también cualquier empresita que intenta asomar la cabeza y tiene empleados "indeseables" -que parece que ahora todos lo son- aunque sean de lo más profesionales). Hasta aquí todos estamos acostumbrados y es razonable. Tienen que asegurarse de que les vas a pagar y no vas a plantear problemas...

¡Pero mejora! Estamos en España: ¡Un país libre! Un país maravilloso aunque ahora esté algo despeluchado por la dichosa crisis y la falta de recursos para salir de ella. Un país con gente fantástica...

En un momento dado de los trámites se me pide que presente a mi familia. -Pues somos siete... nos queremos... creemos en la familia... etc. Y me preguntan: -¿Cómo les va en el cole a tus hijas? ¿A qué cole van? ¿Tenéis mutua? ¿Estáis los siete sanos? ¿Tus hijas tienen muchos amiguitos? ¿Hacen actividades extra-escolares? ¿Qué quieren ser de mayores? (no importa lo que conteste. Mañana cambiarán de idea y se meterán en un circo como domadoras de leones o se harán "boinas verdes") ¿Y vuestros padres? (estos no viven con nosotros... ¿importan?) ¿Sois creyentes? (tranquila no rezo el rosario a gritos a las 3h.am ni haré procesiones por el rellano... pero, sí, lo soy).

Llegados a este punto me subo por las paredes. Entiendo que necesitan confirmar que somos buena gente y capaz pero veo que en una de estas me preguntará el número de relaciones que mantengo con mi marido y si apago o no la luz.

Pero resulta que el piso es exactamente lo que necesitamos y creemos que es muy bueno para la familia. ¡No me queda otra! Así que respondo a las preguntas, algunas con más detalle que otras y pienso que en cualquier caso el precio que pago es mínimo por el bienestar de mi familia. ¿Seguro? ¡Pero si me siento desnuda! ¡Vulnerada! Y he compartido datos sensibles de mis hijas menores. ¡Es mi vida privada! ¿Y me dicen que lo mande por escrito para mostrarlo a la propiedad? ¿Qué harán con esa documentación?

Hice un resumen de los datos económicos y les dije que transcribieran ellos la conversación que habíamos mantenido por teléfono. En la entrevista personal (que también la hubo) confirmé algunas de las preguntas que me reformularon.

¡La sociedad ha cambiado! La privacidad es un concepto ambiguo y anticuado. Con los localizadores pueden saber dónde estamos y cuándo. No parece aceptable que no estés localizable por móvil ni tan siquiera durante media hora. Por otra parte, compartimos en las redes sociales información sensible y muy personal.... ¡¡¡pero lo hacemos nosotros!!! Yo decido a quién le cuento qué, cuándo y dónde me da la gana. Pero no me preguntes ni me obligues a cambio de algo que también te beneficia a ti (el alquiler, un trabajo... etc.) a que te conteste a cosas que no deseo compartir contigo porque aún no te has ganado mi confianza.

Blog de Sebastian Morelli - Dime tu clave de Facebook y te daré un puesto de trabajo. - http://sebasmorellijaimez.blogspot.com.es/

No hay comentarios:

Publicar un comentario